7 sept 2007

El vendedor de sueños






He coincidido unas cuatro veces con una persona, un chico moreno, tez morena, pelo corto, estatura media para ser hombre, ojos oscuros…intento siempre mantenerme a distancia , pero siempre de una forma u otra nos cruzamos la mirada, recuerdo que la primera vez me miró, sin ningún reparo, yo baje la mirada. Siempre me parecía especial, extraño…siempre lo veía solo, muy a lo suyo, pero se fijaba en los detalles.
Un día por casualidad, pasé por el mercadillo, y cual fue mi sorpresa que lo vi ahí, era un mercader, o un vendedor como queráis llamarlo, no pasé cerca de su puesto, pero lo miré, él advirtió mi mirada, a lo que yo de nuevo la bajé.

Su puesto estaba bastante concurrido, no se qué vendía. Otro día también coincidí con él, esta
vez hizo un esbozo de sonrisa, pero me puse seria y con una habilidad “maravillosa” puse un muro. Lo cierto es que me picaba la curiosidad de lo que podía vender…esperé el día del mercadillo, y me las apañé para ir, pensé habrá puesto su tenderete hoy? Era un puesto especial, diferente a los demás, no había desorden, era tranquilo a pesar de la gente que tenía, eran en su mayoría mujeres, algunos hombres también lo miraban.
Y mis pies me llevaban... y me dejaba llevar, porque se que me hacía gracia verlo en su papel de vendedor, así que me acerqué sin mirarle a él, el puesto estaba lleno de gente, era difícil acceder al a primera fila para observar detalladamente todos los artículos extraños que tenía.

Había un cartel escrito detrás de él, que ponía:

Yo te enseño a soñar

Los pasos del Vendedor de Sueños eran suaves mientras andaba cara el sol, la mirada fija se perdía en algún lugar sin tener distancia fija donde posarse. Yo siempre sin mirarlo Contrario a lo que piensa la mayoría de la gente, soñar es sencillo.
Venían los compradores, ese ejército inmenso de solitarios, tristes, melancólicos e infelices hombres y mujeres a por un beso, a por un cariño, a por una canción o a por un poema, para recibir el ansiado sueño. Soñar hermosos sueños bajo la luz de luna es natural y simple ¡Qué bellos sueños pueden tener! Y el Vendedor de Sueños tenía esa sencillez que la frescura de los campos parecía tan real en sus sueños, que todos soñaban con él, él tenía ese poder, yo alucinaba, se dejaban llevar por sus palabras ¡Qué bellos sueños tenía! Y qué capacidad de transmitirlos. Les decía, y yo escuchaba y a la vez observaba a todos: - Sí, el color de los sueños se toca y la superficie se siente entre los dedos. Soñando se siente la corriente apacible de un manantial con su murmullo de formas y su olor a hojas llenas de rocío al amanecer y se tocan los olores con nuestros dedos.... Hermosos sueños se construyen cuando la demanda es tanta... Por eso dice el Vendedor de Sueños que es sencillo soñar hermosos sueños para venderlos. Muy sencillo es.

Los sueños tienen la magia de cambiar el reseco y árido desierto en un frondoso bosque lleno de cantos y arrullos de savia viva que comienza a circular en la sangre de los compradores ansiosos que hacían largas filas frente al vendedor de las fantasías más añoradas.

Se proporcionaba el ansia, el amor, el cariño, la amistad, la pasión, el ardor, la sensualidad, la felicidad, todo recubierto de una fina capa de común fantasía y espejos mágicos que dieran la impresión de ser reales al comprador ansioso.

Es tan sencillo juntar todas estas imágenes en las pupilas y esperar que los compradores con sus rostros se acerquen para escoger su sueño dorado. Y justamente, los sueños se venden tan rápido que soñar resulta fácil.

Sabía que ese no era mi lugar, le miré, me miró y me fui.